La Siguanaba
La Siguanaba, llamada
también Sihuanaba o Siguamonta, es un personaje de la mitología El Salvador,
Guatemala
y México.
La leyenda de la Siguanaba tiene un origen común y está relacionado con la
leyenda de la Cegua
de Nicaragua
y Costa Rica;
y también con "la Chuca" (Chuca en algunas regiones
de Centroamérica significa Sucia) en Honduras.
Es parte importante del folklore Guatemalteco y Salvadoreño.
Apariencia
La Siguanaba (del nahuat, Siguan: barranco, abismo, Waná: Hermana y B'a:
Espectro; o del nahuat cihua que es mujer y nahual que se utiliza
para referirse a la capacidad secreta que una persona tiene para poder adoptar
la forma de un animal [Enciclopedia de las Civilizaciones Azteca y Maya:
Charles Phillips, Edimat, 2007, Pág. 71]) es un ser mitológico en forma de
mujer fantasma
de hermoso cuerpo con su rostro cubierto por el cabello quien al mirarla de
cerca tiene el rostro de una mujer horrible, con los pechos hasta las
rodillas, de largas uñas, y cabello largo y descuidado; siendo un ser que se
les presenta a los hombres que son infieles. En esta versión, la aparición se
presenta como una bella joven que atrae a los hombres cerca del agua con
sensuales movimientos, por lo general, a caballo, o lavando ropa en el río y
cuando los tiene a su alcance se transforma en una visión horripilante que los
"juega" hasta la locura.
La historia
Originalmente llamada Sihuehuet (mujer hermosa), tenía un romance
con el hijo del dios Tláloc, del cual resultó embarazada. Ella fue una mala madre,
dejaba solo a su hijo para satisfacer a su amante. Cuando Tláloc
descubrió lo que estaba ocurriendo maldijo a Sihuehuet llamándola Sihuanaba
(mujer horrible). Ella sería hermosa a primera vista, pero cuando los hombres
se le acercaran, daría vuelta y se convertiría en un ser horrible.
El dios la condenó a vagar por el campo, apareciéndose a los hombres que
viajan solos por la noche.
Dicen que es vista por la noche en ríos, lagos así como en otros lugares
con agua, lavando ropa y siempre busca a su hijo el Cipitío,
al cual le fue concedida la juventud eterna por el dios Tláloc,
como sufrimiento para ella.
Según el relato cultural,
también aparece regularmente en las áreas donde no hay mucha infraestructura,
especialmente en los basureros y barrancos, a donde lleva a los hombres
enamorados de ella y los hace caer haciendo que pierdan la vida y el alma a
favor de ella. .
La leyenda de la Siguanaba
Según lo que cuenta la leyenda, todos los trasnochadores están propensos
a encontrarla. Sin embargo, persigue con más insistencia a los hombres enamorados,
a los Don Juanes
que hacen alarde de sus conquistas amorosas. A estos, la Siguanaba se les
aparece generalmente en cualquier estanque de agua en altas horas de la noche,
o a orillas de ríos según otras versiones. La ven bañándose con guacal de oro y peinando su hermoso
cabello negro con un peine del mismo metal, su bello cuerpo se trasluce a
través del camisón.
Dicen las tradiciones que el hombre que la mira se vuelve loco por ella.
Entonces, la Siguanaba lo llama, y se lo va llevando hasta un barranco. Enseña
la cara cuando ya se lo ha ganando, su rostro se vuelve como de muerta y
putrefacto, sus ojos se salen de sus cuencas y se tornan rojos como si
sangraran, su antes tersa y delicada piel se torna arrugada y verduzca, sus
uñas crecen y suelta una estridente risa que paraliza de terror al que la
escucha.
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